Más que escuchar, lo que nos gusta de verdad es hablar de uno/a mismo/a, de los temas que más nos gustan y similares. Pero más aún disfrutamos recibiendo la atención de aquellos que escuchan nuestras palabras porque nos hacen sentir interesantes.
¿O acaso no te molesta cuando no te escuchan? ¿Cómo te sientes cuando intentas contar algo pero te interrumpen constantemente? ¿O cuando terminan la frase por ti creyendo que saben lo que vas a decir? ¿No te pasa que acabas perdiendo el hilo o incluso te enfadas?
*Si prefieres escucharlo a leerlo, te lo dejo en mi podcast de iVoox (es gratis).
Desde que nacemos nos enseñan a hablar. Incentivan nuestros balbuceos y celebran nuestra primera palabra como todo un hito. Y es que a partir de ahí ya podemos expresar lo que queremos para que otros cumplan nuestros deseos. ¿Pero cuándo nos enseñan a escuchar para entender lo que necesita o quiere la otra persona también?
La escucha activa es la habilidad que nos permite entender la comunicación desde el punto de vista del que habla. Es decir, nos ponemos en el lugar del emisor para comprender el mensaje que quiere transmitir. Parece fácil, sin embargo en la práctica estamos más acostumbrados a prestar atención a nuestros propios pensamientos sobre lo que está diciendo la otra persona que en escuchar el mensaje en sí mismo. Así empiezan los malentendidos.
Seguro que en tu infancia has jugado alguna vez a este juego. La primera persona le cuenta una breve historia a la segunda, sin que escuchen las demás. Luego esta segunda persona repite esta historia a la tercera, sin que escuchen las restantes. Y así sucesivamente hasta llegar al final de la cola. Cuando la última persona en recibir el mensaje cuenta la historia en voz alta… cualquier parecido con la historia inicial ¡es pura coincidencia!
La dinámica del teléfono roto o escacharrado nos muestra cómo de fácil es distorsionar o tergiversar una información. Ya que al volver a narrar la historia nuestro cerebro la ha procesado en función de nuestros filtros de atención, percepción, vivencias, etc. adaptando la información del exterior a nuestras representaciones internas.
Este divertido juego nos ayuda a tomar consciencia de cómo escuchamos al otro. Y es que para que la escucha sea activa es necesario que escuchemos con la intención de aceptar y validar lo que la otra persona quiere transmitir. No juzgamos ni escuchamos preparando una respuesta. Sino que prestamos toda nuestra atención consciente a lo que dice, cómo lo dice y con qué disposición psicológica y emocional lo cuenta.
Sí, la escucha activa requiere de tu empatía. No puedes entender por completo el mensaje si no entiendes al emisor también y su contexto. Por ejemplo, no es lo mismo que en casa tu madre diga que el horno estaba muy fuerte y se le ha quemado el bizcocho a que lo diga un pastelero profesional en su centro de trabajo.
Desarrollar la escucha activa hará que entiendas mejor a los demás, que esas personas confíen más en ti, que se sientan comprendidas y libres para expresarse y que se sientan vinculadas ante una posible cooperación.
Incluso si estás en una discusión y tu impulso inicial es centrarte en cómo rebatir a la otra persona. Si consigues frenar un segundo y escuchar de forma activa lo que realmente dice esa persona y comprender lo que siente, quizás “las aguas vuelvan a su cauce antes de que la sangre llegue al río” (seguro que entiendes estas metáforas). Ya que, aunque no tengamos desarrollada nuestra escucha activa, sí que sabemos reconocerla cuando la recibimos.
Existen señales no verbales que identifican una escucha activa, como son el contacto visual sincero, la postura corporal receptiva, la réplica inconsciente de la gestualidad y la expresividad facial del narrador. Pero la clave que identifica sin lugar a dudas que se trata de una escucha activa está en no distraerse.
El oyente hace un esfuerzo por prestar atención y lo demuestra parafraseando para verificar si lo ha entendido bien, incluyendo frases de refuerzo para acompañar la narración del emisor, e incluso mostrando mayor interés haciendo preguntas relevantes que completen o aclaren la información recibida.
Porque escuchar no es suficiente si no se comprende lo que están diciendo. Como dijo Carl Rogers: “escuchamos no solo con nuestros oídos, sino con nuestros ojos, con nuestra mente, corazón e imaginación“. La escucha activa implica estar presente en la conversación y prestar interés y atención de forma consciente a la otra persona (y que ésta lo perciba).
El mindfulness es una práctica de entrenamiento mental que te acostumbra a no juzgar. Y precisamente eso es lo primero que necesitas para empezar a escuchar de forma activa. En el momento en el que te conviertes en juez, la otra persona se cerrará y empezará a medir sus palabras.
¿Quieres entrenar tu habilidad de no juzgar? Siéntate en silencio a escuchar el entorno durante los próximos minutos. Mantén la mente abierta a cualquier sonido que entre en tu campo de percepción y observa cómo surge en ti de forma natural una valoración. Cada vez que surja, suéltala hasta que te acostumbres a ignorarlas. Poco a poco dejarás de juzgar las cosas de manera automática.
Otro hábito que te ayudará con la escucha activa es no dar tu opinión ni tu consejo salvo que te lo pidan. Ya que generalmente la persona que habla no lo hace para que le soluciones nada, sino como medio para desahogarse. Muéstrate abierto/a a su mundo emocional. Tu escucha activa ayudará a la otra persona a clarificar sus propios pensamientos y sentimientos.
Para eso es necesario que te sientas a gusto con los silencios. Respeta los tiempos de cada persona: que se calle no significa necesariamente que ha terminado. El silencio crea el espacio necesario para que la persona encuentre las palabras que está buscando. Tanto quien habla, como después quien responde. Por eso las conversaciones importantes están llenas de silencios.
Te invito a escuchar esta conversación sobre la consciencia corporal y la escucha activa al cuerpo y las emociones para que descubras lo que ya sabes pero no recuerdas.
Este hábito de escucha activa te ayudará también a redirigir la conversación si tu interlocutor se vuelve repetitivo o incoherente. Te dejo aquí el enlace al curso Vivir Mindfulness para que puedas aprender todo lo necesario. Apúntate ya a la versión online y desarrolla todo tu potencial para sentirte plena en tu vida.
Gracias por compartir este artículo. Nos vemos en las redes (@InmaRomeroMCP) con más recomendaciones y consejos para tu crecimiento personal y profesional.
EL CAMBIO SE PRODUCE A BASE DE PEQUEÑOS PASOS.
Feliz día!!
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