Evolutivamente estamos hechos para la supervivencia, lo que deja fuera de las prioridades de nuestro cerebro eso que llamamos bienestar. Por fortuna nuestras neuronas son maleables y gracias al mindfulness podemos entrenar nuestra mente para hacerle un hueco a la felicidad en nuestra vida cotidiana.
**Si prefieres escucharlo a leerlo, visita mi podcast en iVoox (es gratis).
No me toca cuestionar hoy el sentido de la felicidad (para eso ya tienes este otro artículo) y mis videos de Youtube. Sin embargo, te dejo esta reflexión sobre tu parte de responsabilidad en tu propia felicidad.
Se dice que cada persona es un mundo y de ahí que la misma solución funcione con unos sí y con otros no. Existen personas más dinámicas y personas más tranquilas. Personas que necesitan comprender para hacer y otras que fluyen casi sin pensar en lo que hacen. Igualmente para cada una de ellas existe una técnica de mindfulness que se ajusta a su estilo de vida y le puede traer la ansiada calma mental que reconocemos como parte intrínseca de la sensación de felicidad.
¿Quieres ser feliz? Pues no renuncies a ello porque lo primero que intentes no te funcione. Sigue probando alternativas diferentes hasta encontrar tu propio camino.
Todas las técnicas de mindfulness que comparto contigo tienen en común una actitud e intención de hacer las cosas de manera consciente, sin pre-juzgar la experiencia, y aceptándola tal cual va surgiendo. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que cuando hacemos algo, nuestra atención estará enfocada en eso que estamos haciendo, única y exclusivamente. Sin expectativas ni anticipaciones, tan solo presentes.
¿Sabes qué rumias en la cabeza mientras estás limpiando, barriendo, al lavarte las manos o los dientes, etc.? Sólo las tareas más complejas requieren de nuestra concentración para evitar equivocarnos; pero al resto le dedicamos una atención mínima.
¿En qué ocasiones has tenido la sensación de que el tiempo vuela? Seguramente cuando lo que estás haciendo te encanta y lo estás disfrutando tanto que pierdes la noción del tiempo. A esos momentos en los que estás fluyendo dentro de la propia acción los llamamos estados de flujo, conocido por los deportistas de élite como «entrar en zona«.
En esos momentos tu atención está plenamente enfocada en aquello que estás haciendo. Las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unos tras otros sin pausa, literalmente sin pensamientos intermedios. Se podría decir incluso que desaparece la autoconsciencia (el ego) y nos dejamos llevar por la propia acción... como el agua que fluye en un río.
Siguiendo con esa analogía, el psicólogo Dr. Mihaly Csikszentmihalyi denominó este estado en 1975 como entrar en estado de flow o experiencia óptima. Que en términos de mindfulness se refiere a hacer las cosas en modo SER y centrarnos en la calidad de la experiencia presente en lugar de preocuparnos por el resultado futuro.
A diferencia del modo HACER, que solo piensa en objetivos y resultados y cree que los pensamientos son objetos reales, el modo SER disfruta minuto a minuto en comunión con la propia actividad que está realizando. Te dejas llevar, actuando sin esfuerzo, en total concentración, y experimentas los pensamientos como si de cualquier otra sensación pasajera de tu cuerpo se tratase. Ignoras la distracción.
El mindfulness no se limita a unas cuantas técnicas de meditación, sino que es todo un estilo de vida. Cualquier actividad puede ser una experiencia mindful si la llevas a cabo con la actitud adecuada. Como por ejemplo, lavarte las manos de manera consciente: prestando atención a la temperatura del agua, el roce de tus dedos, la presión del agua sobre la piel cuando la toca, el olor y tacto del jabón, etc.
Si bien es importante entrenarse en alguna de las prácticas formales (al menos al principio para asimilar los conceptos clave), el objetivo real del mindfulness es llevar esa habilidad de consciencia al día a día, convirtiéndose así en parte de tu filosofía y estilo de vida y aportándote la serenidad interior necesaria para tu estado de bienestar.
Cuando encuentres la técnica que mejor se adapte a ti, practícala con regularidad para entrenar tu mente. Y a medida que vayas profundizando en la práctica personal, traslada lo que has aprendido a otras áreas de tu vida.
Aprender a entrar en modo SER te facilitará encontrar la felicidad, el placer o el bienestar en aquello que estás experimentando en tu momento presente. Incluso si no se trata de una situación agradable y tu impulso inicial es evitarla o alejarte de ella. Si la observas con curiosidad y sin juicios, consciente de su temporalidad, la situación desagradable se vuelve simplemente incómoda pero tolerable.
Puedes aplicar el mindfulness cuando mantengas una conversación con tu pareja, tu familia, amistades, etc. Solo tienes que escuchar a la otra persona empatizando con lo que te está contando, con la mente abierta y el corazón sincero. Escuchas de forma activa para entender lo que está diciendo, no para dar respuestas ni opiniones (y menos si no te las piden).
También puedes utilizar el mindfulness cuando el trabajo se te haga pesado o no te guste la tarea que tienes que hacer en ese momento. Paras un segundo, corriges la postura, respiras profundo y te enfocas en tu cuerpo. Seguro que hay alguna sensación agradable en ese momento que te acompañe. Una vez centrada tu atención, prosigue paso a paso con tu tarea sin pensar en lo que queda. Cuando menos te des cuenta habrás terminado.
Puedes trasladar esta actitud mindfulness de aceptación y templanza a cualquier situación de tu vida. Por ejemplo, puedes mantener la paciencia en la cola del supermercado y sonreírle a la persona que te atiende por mucho que haya tardado. Puedes probar a hacer las tareas de limpieza del hogar de forma meditativa. Así limpiar el polvo, lavar los platos, fregar el suelo… se convierten en ejercicios de movimiento consciente.
Incluso cocinar y comer son experiencias conscientes. Puedes hacerlo de forma mindfulness poniendo en cada paso los 5 sentidos, agradeciendo los alimentos que tienes y lo que aportan a tu organismo sus nutrientes.
No quiero despedirme sin antes recomendarte una lectura que ilustra a la perfección este estilo de vida mindful del que te hablo. Para mí es uno de los mejores libros para asimilar los conceptos clave. En él su autor expone, con ejemplos de su vida real, el camino para practicar la meditación y desarrollar esta actitud de atención plena en cualquier acción del día a día.
Se trata de «Mindfulness en la vida cotidiana: Donde quiera que vayas, ahí estás» que publicó en 1994 el Dr. Jon Kabat Zinn. De verdad que merece la pena leerlo. En especial el capítulo sobre los platillos de los gatos en el fregadero (es uno de mis favoritos).
Aprende todo lo que necesitas para un estilo de vida mindful con mi curso online VIVIR mindfulness. Te acompañaré cada semana para ayudarte a encontrar esa armonía interior que te hará sentir en paz y le dará sentido a todo lo que haces.
Gracias por compartir este artículo. Nos vemos en las redes (@InmaRomeroMCP) con más recomendaciones y consejos para tu crecimiento personal y profesional.
EL CAMBIO SE PRODUCE A BASE DE PEQUEÑOS PASOS.
Feliz día!!
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