Tener una prioridad es considerar una cosa más importante que otra. Y al darle más importancia a eso que a lo demás, lo atenderás primero, dejando al resto en segundo plano. Por tanto, priorizar es tomar una decisión y actuar en consecuencia.
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¿Qué sucedería si pudieras decidir ahora qué tipo de vida quieres tener y tuvieras la llave para hacerla realidad? Pues esa llave es la coherencia interna, es decir, que tus acciones reflejen tus prioridades en la vida.
No es la primera vez que hablo sobre la coherencia interna en este blog. Quien me siga ya habrá aprendido que para ser feliz es importante que tus acciones estén alineadas con aquello que sientes y piensas (y que a su vez éstas estén alineadas con tu objetivo).
La forma en la que gastas tu tiempo, tu dinero y tu energía cada día refleja cuáles son tus prioridades. Si para ti es importante hacer ejercicio, sacarás tiempo de donde sea para hacerlo. Si te importa la alimentación, invertirás más energía en realizar tus menús o más dinero en comprar productos de calidad.
A continuación te voy a exponer 5 claves para establecer prioridades y convertirlas en hábitos para que tu conducta sea coherente con la vida que quieres vivir.
Lo primero es identificar qué es lo importante para ti, aquello que más valoras y que le otorga sentido a todo. Conocer tu PARA QUÉ es clave para establecer prioridades coherentes. Además, tener presente para qué lo haces te ayudará a mantener la motivación cuando la fuerza de voluntad decaiga.
Lo segundo es responsabilizarte de tu tiempo. Toma el control de tu agenda y prioriza tus actividades en función de tus objetivos. Aprende a decir no a aquello que te aleja de tu meta o que te roba la energía sin darte beneficio a cambio. Huye también de las distracciones tontas que te roban tiempo, como por ejemplo las notificaciones del correo, de las redes sociales, etc.
En tercer lugar, considérate el CEO de tu vida y comprométete al 100% con tu proyecto. Reúnete contigo mismo/a cada semana como si de una reunión de equipo se tratase. Dedica ese tiempo a chequear tus avances, solucionar los obstáculos y planificar las siguientes acciones. Puedes terminar tu reunión visualizando el resultado que quieres conseguir con esas acciones.
La cuarta clave es programar tu día a día por horarios (flexibles) y no por listas de tareas (pendientes). Recuerda que si no les asignas un tiempo en tu calendario, lo habitual es que ciertas actividades se queden colgadas en un «para luego» eterno. Si no está en tu agenda, no existe (así que no olvides incluir también los tiempos de descanso y desconexión para tu bienestar mental).
Y finalmente, en quinto lugar, paciencia y perseverancia. Esto no es un sprint, sino más bien una maratón. Como nos cuenta el libro Hábitos Atómicos (de James Clear), los pequeños hábitos constantes a lo largo del tiempo son los peldaños para alcanzar los grandes objetivos.
Cuando has conseguido conectar con un objetivo realmente importante para ti, si no le dedicas voluntariamente tiempo a las acciones que son necesarias para alcanzarlo, el resto de actividades de tu vida diaria se comerán todo tu tiempo.
¿Por qué pasa esto? Porque si no le das prioridad a las acciones que te encaminan a tu objetivo, otras actividades ocuparán su lugar, alejándote o dificultando la consecución de tu meta. Procrastinarás y te pondrás excusas para no hacer lo que quieres hacer, porque no lo valoras lo suficiente entre tus prioridades.
Esta es la causa más habitual de abandono de los propósitos de año nuevo. Y ahora que lo sabes ¿qué vas a hacer este año?
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